¡Te doy la bienvenida al Palabrerío!
Vas a encontrar de todo, locuras, experimentos, uno con un teclado (ese es un pesado) y mucho más.

Sos libre de continuar bajo tu propio riesgo. Yo solo soy un cartel de bienvenida.
No digas que no te avisé.

lunes, 21 de febrero de 2011

Do you know him?


No no está mal la foto, es así. No está saltando, se está dejando caer hacia un vacío lleno de todo, hacia un todo lleno de nada.
Complicado? Sin sentido aparente? Totalmente loco digno de un alucinado? No se, tal vez todo eso es porque el ES complicado, no todo lo que hace es con un sentido aparente y tal vez ES un poco loco y/o alucinado.
No demasiados lo conocen, y muchos menos lo comprenden. Yo soy uno que lo conoce bien, pero no puedo jactarme de entenderlo, no le entiendo todo lo que hace, por qué lo hace. Tampoco pretendo entender todo lo que hace y justificarlo, pero me gustaría por lo menos entender parte de lo que hace. Cuando haya alguien que lo entienda por completo, que me avise.

martes, 8 de febrero de 2011

Me against Me

No podría definir lo que siento, es una mala mezcla entre euforia, frustración, enojo, tristesa, optimismo, pesimismo y un etc demasiado largo.
Siento que se baten dentro de mí, son una mezcla potencialmente explosiva...no sé cómo ni cuando explotará...pero no querría a alguien cerca cuando lo haga. Es como una presión en el estómago, me tiemblan los brazos cuando escribo, y la voz cuando hablo me sale atropellada e insegura. Estoy agitado, no duermo bien...
Y aunque esta mezcla se manifieste así...no quiero dejar de tenerla, de sentirla, porque me da una senzación de adrenalina pura, no saber cuándo va a explotar, no saber bien qué es lo que siento y cómo debo tratarlo. Pero, siempre está el lado oscuro de la luna, está el otro yo que no quiere sentir nada...que quiere que todo se quede estático y como estaba, y va a haber pelea entre el y yo...juntos no podemos estar y menos con este grado de inestabilidad, pero bueno, que sea lo que el tiempo quiera, el paso del tiempo irá asentando todo y definirá quién se queda y quién se va

miércoles, 2 de febrero de 2011

El café de Marcelo

Era un cuadro, o al menos eso parecía...estaba todo perfectamente acomodado, todo en el café parecía pintado.
Las cinco o seis mesas distribuídas armónicamente por todo el lugar, eran mesas de cuatro personas por ende tenían las cuatro copas y servilletas artísticamente distribuídas.
Hasta la gente parecía pintada, todos en una pose de lo más común pero sin dejar de ser artística; había uno en el rincón del local que parecía dormido, en otro rincón había una pareja-había demasiado amor en sus ojos para un lugar así, que por más artístico que fuera no dejaba de ser un poco "medio-pelo"- más o menos en el centro del lugar, un poquito hacia la derecha, estaba el del eterno cigarrillo en la mano, esos que apoyan su mano cigarrera en la sien y nunca lo terminan entonces cuando se les hace cenizas, prenden otro y así se repite la historia una seis veces más. Opuesto al del eterno cigarrillo estaba el del eterno diario, esos que leen un diaro de hace una semana y nunca, nunca lo terminan, esos que piden el café con medialunas a la mañana sin depegar la vista del diario matutino, esos que piden la copita de vino tinto dulzón a la noche, después de cenar, sin despegar la vista del diario de esa mañana, que tal ves ya lo leyeron unas cuatro veces.
-Lo de siempre-pidió el al entrar al cuadro para incorporarse a la pintura, el era el eterno acodado en la barra, esos que llegan a SU lugar-que por cierto tiene un cartelito de "reservado para..." o solamente "reservado"- temprano en la mañana y tarde en la noche, a mirar a el resto de los que están en el café por entre las cejas-porque mira mientras toma, para disimular-y así se entera de algo...lo que sea, que Antonio el del supermercado coreano renunció y se fue a vivir a corrientes, que Marta-la chica de la pareja de mucho amor-recién salía de una operación(tal ves por eso era el amor en demasía, el chico estuvo asustado), que se había muerto la señora de la esquina del bar, esa que nadie le conocía marido ni la edad, ni la ocupación, porque nunca salía de la casa más que para comprar lo de una semana en el almacén de Vito. Y así pasaban las horas el, el del eterno diario-que cuando hablaba lo hacía a través del mismo-el del eterno cigarrillo y algúno que otro cliene del bar-la pareja estaba siempre pero nunca hablaban con nadie, solo pedían lo de siempre-así pasaban las horas en el café de Marcelo.
Suena un punteo de guitarra, variado y constante, en tonos graves. Hay otra guitarra que se encarga de los agudos, pero solo se escucha de ves en cuando.
En el "fondo" de la música se escucha un acordeón, con una base más aguda que la guitarra, y constante también...
Así inicia una conversación de tres minutos, casi cuatro, sin que intervenga una sola voz.
A medida que transcurre la charla, van variando los roles, el acordeón se hace intermitente y las guitarras constantes.
Todo finaliza con un crecendo por parte del acordeón y la guitarra aguda, mientras que la grave se calla lentamente pero justo a tiempo para terminar los tres al mismo tiempo, perfectamente coordinados.
Sublime.

martes, 1 de febrero de 2011

Verdades mentirosas

Querías saber, yo te dije...si lo que dije no fue lindo lo lamento con el alma.
La verdad nunca tiene el olor a rosas, el olor de tu perfume.
Vos querías saber...yo te dije. Querías saber si en realidad el cielo es tan azul como lo pintan de día...y tan estrellado como las noches que dibujabas en tu cuarto, yo, como no te pude mentir, dije que en realidad el cielo no es azul...sino negro, que en realidad el cielo tiene muchas más estrellas que las que hay en tus cielos pintados, entonces se te resbaló una lágrima por tu mejilla rosa...rosa como la rosa que dió el aroma para tu perfume.
No me creíste...no quise dañarte, lo digo en serio, pero no quisiste creerme. Aún así, me volviste a preguntar, y querías la verdad, de nuevo. Me preguntaste si las flores tenían tanto color y tanto perfume como en tus sueños, tus sueños floreados...no quería mentirte, lo digo en serio, pero te dije que una sola flor no tenía el olor a mil flores juntas, ni todos los colores del arcoiris. Entonces otra lágrima resbaló por tu otra mejilla, dos lágrimas. No quise decir más verdades...no quise.
Digo en serio que no quería marchitar tu perfume, no quería desteñir el rubor permanente de tus mejillas que tanto me gustaba ver iluminarse más allá de lo imaginable cuando dibujabas un cielo azul...o cuando imaginabas una flor con el olor de mil flores y el color de un arcoiris. La verdad, me doy cuenta ahora, es otra forma de engaño, engaña cuando dice que no hay otra cosa posible.