¡Te doy la bienvenida al Palabrerío!
Vas a encontrar de todo, locuras, experimentos, uno con un teclado (ese es un pesado) y mucho más.

Sos libre de continuar bajo tu propio riesgo. Yo solo soy un cartel de bienvenida.
No digas que no te avisé.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Caminos y caminantes.


Te vi llegar por mi ventanita, estaba medio empañado y mojado por la lluvia, pero sé que te vi llegar y limpiarte las botas y tocar en la puerta del refugio. No sé si ya sabía que ibas a llegar, no sé si yo deseaba que llegaras, pero acá estás,  así que te pregunto el camino que te trajo hasta acá.

Me contaste de muchos caminos, cada uno tan interesante y posible como cualquiera. Pero hubo  especial, ese que me contaste mientras sorbías el segundo o el tercer café; ese camino en el que yo me reconocí como caminante. Y nos entendimos, pudimos describir el camino del otro, porque aunque sin saberlo, pudimos habernos cruzado una o dos veces, sin saberlo buscábamos lo mismo.

A la mañana nos acompañaba el bendito café, de hecho es el de anoche, te dije lo inútil que soy al medir cantidades. Sorbo, cara de asco, sonrisa, comentario, risas. ¿Vamos a la mesa? Tengo galletitas, ¿querés? Sorbo, cara de asco, -con un poco de azúcar se arregla sabés-, comentario, azúcar al café…mucha azúcar.

No sé, y sé que vos tampoco, hasta cuando nos vamos a quedar en esta pequeña pausa en nuestro caminar, pero la promesa de caminar juntos siempre está.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Los viajantes.

La luz la hacia brillar aún más, como resaltaba el naranja de su pelo, el verde de su vestido y el fuego en sus ojos.  Se vistió con una capa de determinación salió el mundo, con la mente fija de mirar solo hacia adelante, a enfrentar lo que el destino decidiera ponerle en sus pasos. Se prometió llegar a su destino, sin importar lo  lejano que estuviera o lo indeterminado que fuera. Se iría lejos, lejos de todo lo que la detuviera, lejos en el sentido lejano de la palabra.

No quiso que nadie preguntara dónde, con quién o cuándo volvería, así que se fue en medio de la noche, ese momento en el que los demás se abandonaban a la promesa de un mañana. Ella se había decidido a no esperar el amanecer, ella lo buscaría, se iba a encontrarlo, aunque tuviera que deshacer algún atardecer.
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Yo caminaba, tal vez un poco lento, tal vez divagando un poco...silbando alguna que otra canción que no me sabía, preguntando al camino qué tenía para ofrecer ese día. Ya no me acordaba de dónde me había ido, con quiénes había viajado, si es que había viajado con alguien, o para cuando había planeado mi regreso, si es que había planeado tal. Conociéndome, estoy casi seguro que todo empezó con alguna canción, de esas que uno escucha por primera vez, pero que de alguna manera nos hacen caminar, mientras la silbamos sin saberla.
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Se encontraron en algún punto del camino, que coincidió por obra de la casualidad, el destino, o el esfuerzo de ambos por encontrarse. Se preguntaron a de dónde se habían ido, con quién viajaban, si tenían pensado volver algún día.
Decidieron no acordarse, pero se dedicaron a pensar a dónde irían, se prometieron compañeros de viaje, y decidieron que tampoco querían volver de donde sea que hubieran llegado.