Como ya venimos despidiendo desde navidad el año, acá va el mío.
Este año fue tremendo, lo que se dice TRE-MEN-DO, tanto en cosas bellas como no tan bellas. Primero que nada, me mudé a Bariloche a empezar mi experiencia univesitaria y "semi-independiente", con dos conclusiones bien básicas: A- Me encanta Bariloche y esto de vivir solo. B- Odié con toda mi alma la carrera con la que elegí empezar. Cosas que pasan.
Creo que puedo decir que cualquier otra experiencia que haya tenido este año se desprende directa o indirectamente de mi mudanza y del primer contacto con la universidad. He aquí una breve síntesis.
Conocí la frustración, la gente verdaderamente estúpida, los trámites, la cola para el banco, la cola para las compras, los precios altos y la comida escasa. El sentirme (y el estar) lejos de mis afectos, el sentir que perdía el rumbo, el miedo, el sentir que todo se hacía diez veces más grande de lo que era.
Pero también conocí el éxito, esa sensación indescriptible que me agarra cuando mi mente siente que conquistó algo, un parcial aprobado, una materia regularizada, un final aprobado, las jornadas de estudio (productivas), conocí la gloria de llegar temprano al cajero y que no haya nadie, conocí la hermosa vista desde mi departamento, esa con la que tanto hinché las pelotas este 2014. El bajarme media docena de facturas yo solo, llegar temprano a pagar las boletas, sentir que a veces (a veces) el mundo adulto no es TAN así como lo pintan. Las incontables cervezas en el bar, las cenas con amigos.
Gente, mucha gente hubo este año. Obviamente, destaca por sobre cualquiera, esa persona que amé y con la que compartí tanto este año. Sería necio no decir que hizo de este año toda una aventura. Hubo gente nueva, amigos y amigas de la universidad, unidos por el interés común de (al principio) estudiar y perseguir esos sueños, pero ya para el final, unidos por ese vínculo tan rico que crea el mate, y las cositas ricas que se compartieron esas lentas mañanas de cursada. No le voy a dedicar tiempo a la gente tóxica, porque aún cuando fue poca, no valen la pena.
Para ir cerrando, un año plagado de experiencias, tanto buenas como malas, pero que me hicieron aprender en cada paso. Como me han dicho más de un vez "sacar aprendizaje de todo, eso es lo que importa". Encaro este 2015 con una sonrisa en la cara y el corazón preparado para los nuevos desafíos.
A los que se tomaron tiempo para leerme en esta ocasión (y el resto del año) muchas felicidades, y que tengan un año lleno de amor, paz, felicidad, amistades y nuevos horizontes a los que viajar.
Y laburo...porque siempre viene bien.
Y cerveza, por si las cosas llegasen a no ir tan bien.