Tal vez nunca comprendiera su indiferencia, la propia quizás, pero nunca la suya. Presa de una pantanosa confusión se revuelve agónico, deformado por dudas, atardeceres que nunca se darían y el peso de sus propias ilusiones.
El tan esperado eco había sido un contundente vacío. Y no comprendía, mucho menos aceptaba, ese abrazo de silencio.
Pero un abrazo es, al final incluso, un abrazo.
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