El contrabajo se mueve en puntas de pie, sin pedir permiso pero sin ser notado tampoco. La guitarra lo sigue. Se mueven furtivos entre mis oídos, no los puedo descifrar; cuando creo que los acorralé entre el sentido y la lógica, se me escapan hacia otro lugar y van a parar vaya a saber dónde.
De pronto, abre la puerta el saxo, con ese aire cansado que le caracteriza. Contrabajo y guitarra se inmovilizan, paralizados de sorpresa.
"Esta es mi oportunidad" pienso, ingenuamente creyendo que el saxo se podría de mi lado para darle sentido al asunto...más no; nada más verlos, el saxo se despereza y se les une en su maldita cacofonía sin sentido. Perro traidor.
Y siguen, cada vez más atrevidos, cada vez más confiados en que yo no los voy a atrapar. Pero se equivocan; yo voy descifrando su juego, ya no busco en la lógica ni el sentido común, busco dentro de cada uno de ellos. "Divide y vencerás" dijo alguien. Ya los voy a agarrar, solo denme tiempo.
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