El sol asoma entre las nubes, al ritmo de una melodía que ni yo se pero quiero escuchar.
Tal vez es otra utopía, tal vez es real. Tal vez, tal vez ni una ni la otra.
Y aún así, ante la mortal duda, no hay llantos ni dolores ni remedios.
Tan solo esa sensación de mar, esa sensación de hermosa duda. Todo es muy simple y muy complejo a la vez, todo es tan deliciosamente humano.
Miles y miles de cosas hay. Miles y miles hubo antes del punto final, y otras miles habrá en la siguiente oración.
Es hermoso saberme transitorio, saber que no duraré más que una lágrima derramada en alguna cascada de por acá. Pero a la vez, saber que soy parte de algo más grande, no tiene precio. La deliciosa paradoja humana.
De pronto, hay viento, ¿o es el tiempo? La realidad, la ilusión, la utopía. Todo va acabando de a poco.
El amanecer se hace noche al ritmo de la misma melodía desconocida. Y todo sigue siendo como el mar, todo sigue siendo muy humano.
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