Tomé posición frente a la hostil hoja en blanco, con el lápiz en la diestra, mi mano semi-hábil, y la goma en la zurda, mi mano inútil; el sacapuntas esperaba en retaguardia. La tensión se cortaba con cuchillo, los nervios estaban a flor de piel, la sangre bullía; estaba claro que este, era un viaje solo de ida.
A mi señal, sonaron las trompetas, se desplegaron los estandartes (un raquítico león rampante, fiel demostración de mi escasa habilidad en combate) y a mi grito de "a la hoja mis valientes!!!" nos lanzamos a la carga, nos lanzamos a una batalla en la que las cartas no nos favorecían, pero con la clara determinación de que presentaríamos batalla.
La pelea fue desigual, hubo avances y retrocesos que se prolongaron durante toda la hora, pero al final mis tropas y yo nos impusimos al enemigo, logrando un Fran un tanto desproporcionado pero fiel al original.
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