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sábado, 21 de julio de 2012

Exhibición incompleta.

Fue todo un lento transcurrir. Uno a uno fue sacando sus sueños, lentamente y con parsimonia. Sacaba uno, le pasaba un trapo húmedo y lo apoyaba sobre la colcha.
Sacaba otro.
Y después otro.
Y otro...
Todos sobre la gruesa colcha de recortes de tela naranja, los observó, los admiró. Y se acordó que gran soñador era, bien podría exhibir sus sueños como sus trofeos. Hasta tenía pensada la lujosa vitrina, con molduras doradas y estantes de madera pulida hasta lo imposible, y allí sobre los estantes, sus sueños, iluminados con unos tenues chorros de luz que vengan de aquí y de allá. Sería perfecto.

Pero se acordó -más tarde de lo que hubiera querido- de porqué sus sueños estaban en su cabeza y no en una vitrina. Se acordó de una persona que alguna vez dijo que la mejor manera de exhibir un sueño era con una acción que completara el cuadro. Pero argumentó, y siguió argumentando, que no exhibía sus soñados trofeos porque no cabía en su casa una vitrina tan grande.


Y guardó uno.
Y después otro.
Y otro...



1 comentario:

  1. Increíble, nunca imaginé que me iba a topar con un texto así.
    Felicitaciones, un gran soñador que tanto sueña que no le entran ni en su propia casa.
    Pero mirá que bueno, acá mismo tengo el ejemplo que lo material se minimisa al lado de lo espiritual.
    Su sueños solo pueden caber en su interior.

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