¡Te doy la bienvenida al Palabrerío!
Vas a encontrar de todo, locuras, experimentos, uno con un teclado (ese es un pesado) y mucho más.

Sos libre de continuar bajo tu propio riesgo. Yo solo soy un cartel de bienvenida.
No digas que no te avisé.

domingo, 30 de enero de 2011

I smell coffee

Caminaba por una calle céntrica a eso de las 9 de la noche bajo una sorpresiva lluvia veraniega. Se preguntaba cuál sería el extraño conjunto de coincidencias que lo hicieron estar caminando sin campera, por una calle que no le gustaba en un pueblo en donde de los 365 días del año llovían 360. Así estaba el, hablando consigo mismo, pensativo y empapado hasta la nuca, caminando como sin rumbo por esa calle que no le gustaba, pensando en lo gracioso de su situación, en la que muchos estarían bastante enojados con la crueldad del mundo, que los hacía caminar por una calle que no les gustaba, bajo la lluvia y sin campera. En cambio, a el no le molestaba, es más, le agradaba tanto que ni se preocupó por si se mojaba hasta lo más recóndito de su ser, porque total, ya habría médicos y pastillas que le curaran la gripe y todas esas demás enfermedades que asustan a el hombre común.
En fin, así estaba el, caminaba sin ver nada que le guste, los negocios estaban cerrados y no había ningún lugar que ofreciera pilotos de lluvia. La calle estaba ahora en perfecto silencio; la lluvia había disminuído y ya no se escuchaba su continuo gotear sobre la vereda, el se detuvo en seco cuando sintió que "algo" faltaba, miró hacia arriba y pudo ver un par de estrellas que, insolentemente, rompían la perfecta armonía de un día lluvioso. El maldijo por lo bajo, y empezó a caminar un poco más apurado, ahora quería llegar cuanto antes a su casa, para secarse y recordar en compañía de un café bien caliente, lo hermoso de la lluvia.
Así estaba el, ahora sí sentía el frío de la ropa mojada, le parecía escuchar el lejano "te lo dije" de su madre...el "te dije que tuvieras tu campera a mano", recuerdos, que una noche de ex-lluvia y frío presente sacan a relucir.

Ahora cerca de su casa, sacando la llave del bolsillo, manos entumecidas de frío, la promesa de un café bien caliente sentado en su sillón. De pronto, un ruido, no, más bien un sonido, una melodía...un saxo! no conocía esa canción, así que se acercó al sonido, una silueta en la pared de un callejón, sombrero, campera de cuero y jeans, pies descalzos, pies de mujer. Inconsciente, preguntó si quería un par de medias y zapatillas...mirada desconfiada...y un café? preguntó de nuevo...asiente, entran, y aún antes de poner el agua, la habitación ya olía a café...

sábado, 29 de enero de 2011

Desvelado.

Son casi las dos de la mañana, hoy es domingo 30 de enero del año 2011. Hace ya dos horas que debería estar dormido, mis hermanos estan dormidos ya desde hace mucho, en el sillón, mis papás siguen hablando con los invitados, intuyo que van ya por la tercera o cuarta ronda de café, bien cargado como le gusta a mi papá y a nadie más...pero lo toman igual, porque es la única manera de seguir hablándose años de no verse sin caer en el sueño. Son las dos menos cinco minutos, estoy desvelado, sin sueños, nada. A estas alturas me da lo mismo tener los ojos cerrados o abiertos, mis dedos apenas responden cuando mi exhausto cerebro les ordena escribir. Son las dos menos tres minutos y yo sigo desveladísimo, desde abajo no me escuchan, o no les importa que yo esté desvelado cuando tienen años de charla por delante. Dirán que la noche está en pañales aún, dirán que necesito una "vida social" (no se rían, me lo han dicho), pero yo digo al carajo todos! una noche en pañales no me ayuda con mi desvelo, una vida social tampoco.
Finalmente! ya son las dos de la mañana, ahí donde termina la espalda me duele de tanto estar sentado haciendo absolutamente nada, creo escuchar que dicen que me vaya a dormir de una vez, jah! ilusos, si pudiera dormir ya estaría durmiendo hace exactamente tres horas con dos minutos...si tan solo pudiera. Pero como no puedo, escribo, y como escribir esto ya me está cansando, me voy a dormir. Son las dos y tres minutos de la madrugada del 30 de enero del 2011 y me dejo tentar por la promesa de un sueño largo y reparador.

viernes, 28 de enero de 2011

Clic! y se borró el mail. No era importante, solo otra publicidad de un reloj que nunca compraría.
Otro clic más y otros 5 mails desaparecieron en el ciberespacio, "cuánta gente aburrida" pensaba.
Siguió borrando, viajes al caribe por un precio increíblemente bajo(muy increíble), autos de reconocimiento mundial por tan solo un par de miles, el mail de despido de su trabajo entre otros.
De pronto llega otro mail, el, ya casi dormido por el alcohol que demostraba su depresión, instintivamente llevó su mano al mouse dipuesto a marcar y eliminar, pero alcanzó a ver, con los ojos semi-cerrados, un nombre que no correspondía a ninguna agencia de viajes, empresa, relojería ni nada a lo que estubiera acostumbrado hasta ahora; Naomi...y un apellido rarísimo...en cuestión de segundos sintió desaparecer su alcohólico sopor, un clic y se puso a leer un mail larguísimo, sobre como había sido observado por meses, sentimientos no revelados, depresiónes, timidez y otro montón de cosas que le hacían preguntarse si ese mail no era un producto de su depresión o del alcohol, o de ambas cosas. Confundido, respondió con un simple "decime más". 5 minutos de espera y llegó la respuesta, otra media hora de lectura. No se daba cuenta, no podía, o no lo creía, o no quería creerlo, o las tres opciónes. No se daba cuenta de lo que significaban esas bellas palabras, muy cuidadosamente seleccionadas, muy floreadas, muy...muy. Esas palabras-y de esto sí se dio cuenta- se parecían tanto a el...serían para el, o sería el mismo escribiéndose para descargar su depresión en alguien completamente imaginario, que le decía justo lo que siempre quiso que le dijieran.
Dudar lo llenaba de un sentimiento raro, se sentía como una brújula cerca de un imán, totalmente desorientado...perdido entre tanto amor revelado en minutos. Se tomó su tiempo para responder, pero respondió, no con bellas palabras, no con confesiónes, sino con una pregunta, una tan estúpida, tan propia de su estado que no sorprendería a nadie que lo estuviese observando en ese momento..."te estaré imaginando?"

martes, 25 de enero de 2011

La humanidad y su necesidad de orden

Primero, segundo, tercero, cuarto. Primero vos, después entro yo y a los 30 segundos exactos entra él. "No! no! los vasos van ordenados según su número de serie y la fecha en la que los compramos!"
"Los cubiertos, van ordenados así; los platos de esta otra forma". "Haber chicos hagan una fila de menor a mayor por favor!".
Apuesto a que-saltando algunas diferencias-escuchaste cada una de estas frases alguna vez en tu vida, o durante toda tu vida, con un detallado-y odioso-orden de repetición. Los humanos necesitamos ordenar todo todo TODO, no lo sabría explicar-para eso están los psicólogos o todos esos profesionales, que ordenadamente cursaron toda una vida de estudios para justificar la necesidad de orden-pero sí se decir que nadie, pero nadie se salva de esta necesidad enfermisa de ordenar hasta las toallas del baño por color o lo que sea. Claro que hay enferm@s y MUY enferm@s de orden; yo por ejemplo, NECESITO ver mi escritorio ordenado, cada cosa en un lugar específicamente determinado para ese objeto o cosa. Ojo! el que NECESITE verlo así no necesariamente significa que lo tenga todo ordenadito, de hecho es un desastre monumental, pero no viene al caso porque muchas de otras necesidades más urgentes tampoco las tengo satisfechas, como por ejemplo un aparato para detener el tiempo y no volver a clases y aquí llego a mi pregunta...¿ De verdad NECESITAMOS tener todo en orden? ¿NECESITAMOS tener todo clasificado según su fecha de elaboración/caducidad?¿Es una verdadera necesidad o es un capricho? Acepto que hay momentos o situaciónes donde sí se necesita un orden, pero no acepto que ese orden tenga que trasladarse a situaciónes tan, tan desordenadas como el armario donde guardo la vajilla! Seguramente debe tener que ver la personalidad de cada quién, seguramente(y debe ser por algún orden cósmico) la mujer que tenga al lado sea una ordenada total (Dios mío sálvame) pero no va a quedar más remedio que aceptar porque (y aquí vuelve el orden cósmico) el cambio que se pueda llegar a dar en mí va a estar determinado por quien cósmicamente decida estar al lado mío. Como las cosas que mencioné más arriba tomaron un rumbo no previsto-al menos por mí- me pregunto, nuestros actos diarios están toditos determinados? estamos ordenados hasta nosotros mismos? por qué sentimos algo raro cuando hacemos fuera de nuestra ordenada rutina? Me pongo como ejemplo otra vez: durante casi tooodo mi año escolar me levanté a las 07:20 am casi exactas, tomé el desayuno entre las 07:30 y las 07:40 y llegué tarde todos los días a la escuela, lo que me valió una reincorporación a la escuela por faltas (llegada tarde=1/4 de falta). Cierto día se me ocurrió tomar el colectivo para ir a la escuela, lo que alteró por completo mi "desordenado orden" y mi rutina cambió por completo, en vez de levantarme a las 07:20 me levantaba a las 06:45 y etc. Tanto cambió mi rutina, que pareció afectar a casi todos los que me frecuentaban, mis amigos, mis familiares, hasta el director de mi escuela parecía "afectado" (yo llegaba mínimo 10 minutos antes que él a veces), esto prueba como nos acostumbramos a un orden establecido, como nos acostumbramos a que nada cambie, que nada se "desordene", lo cual es un error muy grave...nada, y me animaría a decir ABSOLUTAMENTE nada, está siempre ordenado, siempre estático, todo tiende a cambiar-mas tarde mas temprano-estoy seguro de que 2+2 nunca será igual a 4 por siempre...tengo esperanzas de que algún día sea 16735267 en ves de un aburrido y ordenado 4.

lunes, 3 de enero de 2011

Apio verde tu miii

Cumplí un año. Me acuerdo cuando nací, un caluroso 2 de enero del 2009, nací de la palabra de un amigo de Fran, que le preguntó si podía leer algo que había escrito en su blog, y ahí fue Fran. Se puso a leer lo que este amigo escribía y le gustó. Tanto le gustó que le picó la idea de el también compartir lo que pensaba, al fin de cuentas compartir-se, asi que le preguntó a este amigo suyo cómo hacía para tener eso que el tenía, el amigo le explicó y ahí empezó Fran, primero un poco tímido, con recelo fue intentando compartirse a quien quisiera un poco de el. Fue un año movido, lleno de vida, Fran fue de a poco, compartiéndose con las palabras, le contó sus penas y alegrías al teclado, y el teclado me las contó a mi, al Nido de palabras.
Es gracioso, porque ahora que lo pienso, el nombre de "Nido de palabras" me queda bien, porque un nido es un lugar enmarañado, desordenado (con todo respeto hacia los pájaros), y yo soy así, desordenado...nunca van a encontrar algún tipo de orden lógico en mí, salvo claro, un orden cronológico. Les agradezco a mis dos grandes críticos, no hace falta nombrarlos, y a todos los que alguna vez se tomaron la molestia de entrar a este desorden.