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viernes, 21 de marzo de 2014

Con la arena ardiendo bajo sus pies.

Pobre blog querido, te tengo tan abandonado compañero...

Hacía meses que no llovía. La sequía hizo retroceder los bosques, lejos y hacia arriba en las montañas. El río que solía atravesar el pueblo, hoy poco más que un triste hilo de agua, apenas alcanzaba para satisfacer las necesidades de un ocasional caminante sediento. 

El pueblo, antes la corona de un hermoso y verde valle, no era más que un terruño, parte de la misma sequedad que -oh la ironía- inundaba el paisaje. La gente hacía tiempo que había huido, corridos por el viento la sed y la fatiga abrumadora de desfallecer lentamente bajo el sol; el humo de los fuegos les pesaba en los ojos y en el corazón y el calor les secaba la vida. 
Muchos eligieron quedarse y pasar a formar parte de la tierra que los había visto nacer, quizás con la esperanza de que sus cuerpos ayudaran a volverla verde otra vez;  el resto empacó lo poco que les quedaba y se marcharon sin mirar atrás, con la arena ardiendo bajo sus pies y con el corazón seco de lágrimas.


Este es un fragmento de una idea que se me ocurrió hoy a la noche, mientras veía El Hobbit (ya sé que es mala, no me crucifiquen, y si, leí el libro) La idea de un hogar perdido (en ambos casos "quemado" "seco") Es una idea que espero poder expandir y lograr la bendita historia que tengo dando vueltas en mi cabeza desde hace pfff añares. Inspirado enormemente también por la talentosa Liliana Bodoc, autora de la saga de los confines, y por otra genia, Isabel Allende. Las dos tienen una forma increíble de escribir y de "pintar" sus escritos que yo admiro produndamente.

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