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jueves, 9 de diciembre de 2010

Esperar por esperar.

Esperaba ya por más de 15 minutos en la parada del colectivo, con el viento a su espalda y el lento amanecer en frente suyo. Era raro, un viento helado y un cielo despejado; sin una nube. Era raro, no encontrarse solo pero no acompañado. Era raro encontrarse esperando un colectivo que nunca vendría. "Me parece que hoy no pasa" dijo el que se encontraba a su lado, para luego despedirse con un escueto "chau". Ahora no era raro, el conocía muy bien la soledad, el sabía lo que se sentía esperar sin saber a qué o quién, esperar por el simple hecho de esperar a que pase algo. El sol seguía su lenta escalada por el cielo, un poquito más alto cada vez...un poquito más arriba en el firmamento. En un acto de reflejo, el saca su celular y mira la hora, 7:30 de la mañana, ya debería estar en la escuela, el salón de la rutina, el salón del "todos los días la misma cosa". Pero si el colectivo no llegaba, el no tendría ni la culpa ni el ausente, simplemente el diría que el micro no llegó y asunto resuelto.
Pero resulta que el micro llegó, por lo que no le quedaba más remedio que subirse.

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