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martes, 11 de octubre de 2011

La nada, Gris y Yo.

Como en el gris, en la nada también hay belleza, una tan inexplicable y peculiar como la del gris. Tan inexplicable como el vestido naranja. La nada, es una de esas cosas bellas que me abstraen y me hacen pensar en lo peculiar que es el mundo en sí.

Mi mente racional condena la nada, no puede apreciar lo que hay en ella. Gris en cambio, tiene una maravillosa capacidad de ver la belleza donde a simple y racional vista, no la hay.

En la nada hay paz, una profunda paz, en cada respiro, en cada latido a mi alrededor. En la nada, hay soledad, pero no es problema, me gusta, aunque el vestido naranja haya volado lejos y su color se sienta lejos. Por otro lado, aquí en la nada, todo está tan vivo que es imposible sentirse solo.

Como el gris, la nada no tiene pretensiones de ser algo más, porque ya lo es todo. Es un mundo en cada brisa de viento sur, es un mundo en cada latido de cada arbusto, es un mundo dentro mío.

Su inmensidad me deja sin habla, pero al rato me doy cuenta de que no necesito palabras, porque francamente, no se puede explicar con mente y palabras humanas algo tan inexplicable e irracional como la nada. Y mejor dejarlo así.

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