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martes, 30 de octubre de 2012

La batalla del autorretrato.

Me dieron un espejo y me soltaron un "hoy toca autorretrato". Pregunté si al menos podían darme un lápiz y una goma, si es que no era mucho pedir...me miraron con una cara que no auspiciaba una buena respuesta, así que dejé escapar un "nada, no importa" y me levanté a buscar mis armas (cosa que resultó ser benéfica, porque de yapa me conseguí un sacapuntas).
                                                                                             

Tomé posición frente a la hostil hoja en blanco, con el lápiz en la diestra, mi mano semi-hábil, y la goma en la zurda, mi mano inútil; el sacapuntas esperaba en retaguardia. La tensión se cortaba con cuchillo, los nervios estaban a flor de piel, la sangre bullía; estaba claro que este, era un viaje solo de ida.

A mi señal, sonaron las trompetas, se desplegaron los estandartes (un raquítico león rampante, fiel demostración de mi escasa habilidad en combate) y a mi grito de "a la hoja mis valientes!!!" nos lanzamos a la carga, nos lanzamos a una batalla en la que las cartas no nos favorecían, pero con la clara determinación de que presentaríamos batalla.

La pelea fue desigual, hubo avances y retrocesos que se prolongaron durante toda la hora, pero al final mis tropas y yo nos impusimos al enemigo, logrando un Fran un tanto desproporcionado pero fiel al original.

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