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martes, 1 de febrero de 2011

Verdades mentirosas

Querías saber, yo te dije...si lo que dije no fue lindo lo lamento con el alma.
La verdad nunca tiene el olor a rosas, el olor de tu perfume.
Vos querías saber...yo te dije. Querías saber si en realidad el cielo es tan azul como lo pintan de día...y tan estrellado como las noches que dibujabas en tu cuarto, yo, como no te pude mentir, dije que en realidad el cielo no es azul...sino negro, que en realidad el cielo tiene muchas más estrellas que las que hay en tus cielos pintados, entonces se te resbaló una lágrima por tu mejilla rosa...rosa como la rosa que dió el aroma para tu perfume.
No me creíste...no quise dañarte, lo digo en serio, pero no quisiste creerme. Aún así, me volviste a preguntar, y querías la verdad, de nuevo. Me preguntaste si las flores tenían tanto color y tanto perfume como en tus sueños, tus sueños floreados...no quería mentirte, lo digo en serio, pero te dije que una sola flor no tenía el olor a mil flores juntas, ni todos los colores del arcoiris. Entonces otra lágrima resbaló por tu otra mejilla, dos lágrimas. No quise decir más verdades...no quise.
Digo en serio que no quería marchitar tu perfume, no quería desteñir el rubor permanente de tus mejillas que tanto me gustaba ver iluminarse más allá de lo imaginable cuando dibujabas un cielo azul...o cuando imaginabas una flor con el olor de mil flores y el color de un arcoiris. La verdad, me doy cuenta ahora, es otra forma de engaño, engaña cuando dice que no hay otra cosa posible.

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