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domingo, 12 de febrero de 2012

Un paso muy grande que se da demasiado rápido.

Una lluvia se hace tenue, como una cortina de luz.
La noche amanece, y el delicioso caos que anticipa la calma se siente.
Todo vibra, todo respira. Morimos y vivimos a cada parpadeo.

Todo está en equilibrio. Delicadísimo equilibrio.

Calma y luego caos. Un paso muy grande que se da demasiado rápido, quizá sin pensar en lo que puede venir corremos. Es simple en realidad, más simple de lo que muchos piensan. En un momento estás dentro de ese ambiente donde todo transcurre y no hay necesidad de preocuparse por saber hacia dónde van las cosas...y al segundo siguiente, a la siguiente decisión, estás envuelto en ese mar de ires y venires, donde todo se dio vuelta, donde todo está al revés de como debería estar...y no hay tiempo como para preocuparse en poner las cosas en orden. Ni tiempo ni posibilidad, porque vos dejaste de ser vos, porque (y aunque pienses diferente) vos también te diste vuelta con todo lo demás. Entonces te preguntás cómo es eso posible, estabas tan seguro de vos mismo.

Volver a la calma cuesta, pero se vuelve, te juro que se vuelve. Cómo vuelvas, depende de vos.

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